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lunes, 24 de febrero de 2014

07. Es política: vivir de rentas.

A ver si entiendo bien: vos tenés una casa o un apartamento que no usás, y si yo, que no tengo ni una casa propia ni un apartamento, te doy plata, vos me dejás vivir en esa casa que tenés y que no necesitás. Entonces, digamos, yo trabajo para pagarte por vivir en un lugar que te sobra. Es decir, además de trabajar para un patrón, trabajo también para vos. A mí eso me parece medio injusto. Medio como una estafa, digamos. Me parece como que te aprovechás de mi desdicha. Vos ganás mi plata, sin hacer nada, solo porque tenés una propiedad extra. Eso es “vivir de rentas” y es legal, me dicen acá. Entiendo.
Pero resulta que para que vos me permitas a mí que te pague dinero que consigo haciéndome explotar por un patrón y te lo pueda dar a  vos para que me dejes vivir en una casa que te sobra y no necesitás, además tengo que presentarte una garantía de una empresa que me cobra una cuota mensual para que vos puedas obtener la plata que te tengo que pagar directamente descontada del sueldo que me paga mi patrón, pero a su vez, esa garantía corresponde a no más del 50 % de mi sueldo, y ocurre que mi sueldo dividido a la mitad no alcanza a cubrir ningún precio de alquiler que ponen vos y tus colegas que viven de la renta. ¿Y cómo hago, che?

¿Entendí bien la idea?

¿Dónde queda eso de que el acceso a la vivienda es uno de los derechos humanos? Con estas reglas de juego me parece que no voy a poder acceder a una vivienda.

El libre mercado, ¿viola los derechos humanos?


lunes, 10 de febrero de 2014

06. Es política: andate a la concha de tu madre.


Es imprescindible definir algunas cosas de arranque. Cuando me refiera a “pensar mal”, me referiré a pensar “incorrectamente”. Tal vez ejemplificando ahorre un párrafo: un señor agricultor quiere que llueva porque hay sequía. Entonces una noche baila. A la mañana siguiente, llueve. El agricultor piensa que la lluvia cayó porque él bailó la noche anterior, entonces la siguiente vez que quiere lluvia baila. Pero no llueve. Entonces él asume que no llueve porque él no está haciendo el baile apropiadamente. Ese señor piensa mal.
Otro señor en la misma situación, hace la siguiente prueba: deja de bailar durante un tiempo largo, por más que quiere que llueva. Y finalmente, llueve. Entonces él se da cuenta que su baile no tenía nada que ver con la lluvia. Ese señor piensa bien.

A eso me refiero con pensar bien y con pensar mal.

Ahora, a los bifes.
Trabajo a dos edificios de distancia del Mides, y ahí, casi diariamente, veo filas de gente esperando entrar. Hacen fila, vestidos con sus mejores ropas algunos, con sus caras más tristes y resignadas otros, con vergüenza otros, con niños otras; todos frente a un puestito donde un señor vende bolsos, en 18 de Julio.
Los veo ahí. Diariamente. Y escucho a veces cosas. No de ellos, sobre ellos. Sobre todos los que reciben asistencia del Estado en plata. ¡Cómo les indigna que les den plata a los morochitos! Porque son la mayoría morochitos. Siete de cada diez, según mi cuenta diaria hasta ahora. Y quien me conozca un poquito sabrá que de verdad llevo esa cuenta.
Dicen que son vagos. Que se lo gastan todo en vino, en droga, o que se compran teles, championes caros, celulares espectaculares, motos, tienen direct tv en su rancho en vez de ahorrar para tener una vivienda digna o hacer cosas de persona digna. Eso dicen desde la tele. Eso me dicen en la calle. Una señora en mi trabajo me dijo que ahorran esa plata que les dan y que andan en autos nuevos por el cante y que así cualquiera. Que es más negocio ser pichi. Me dijo que vio a uno que hacía eso. Entonces eso es así. Les dan plata y ellos con autos nuevos en las villas.
Eso es pensar mal. Veo a uno (al final me dijo que le contaron que alguien vio a uno) y por lo tanto, todos reciben dinero sin trabajar para comprarse autos y cosas lindas que no deberían comprarse. Hacer regla general de un caso particular. Pensar mal. Pero ¿por qué no deberían comprarse eso? ¿Porque hay cosas más importantes? ¿O no será realmente porque esa gente, no debería tener esas cosas que se ofrecen en la tele? Porque a mí no me engañen, esos mismos que se quejan por las decisiones irresponsables de los que reciben asistencia económica no dudan ni un segundo en empeñar hasta el culo con préstamos en el banco, no dudan ni un segundo en endeudarse por celulares, direct tv, alcohol, drogas, autos nuevos para usar en las calles de la casa de la playa, Laptop, pc, tablet, netbook, todo junto, y cada dos años de nuevo.
Cada dos años, todo se compra de nuevo.
Pero esa gente puede actuar irresponsablemente con su dinero, porque es su dinero. Porque ¿es su dinero, no?
La clase media y la clase alta pueden hacer lo que quieran con su dinero, menos juntarlo a través del pago de impuestos y repartirlo a otros que no tienen casi nada.
Y aclaro que no me gusta mucho el temita de que haya Estado. Pero mucho menos me gustan los hijos de puta.
Egoístas, obedientes de lo que nos dicen por los medios de comunicación como si fuera la verdad absoluta, como si desde esas mismas empresas de comunicación no se publicitaran todas esas cosas que la gente que no debe tenerlas y aquellos que deben tenerlas ven babeándose y como si no se financiaran esos mismos medios de comunicación con las publicidades de las empresas que venden esas cosas que todos compran.
Se quejan de los de la fila del Mides porque son vagos los mismos que son tan vagos como para pensar por sí mismos. No querés darles unos pesos a otros que los necesitan. Sos un vago moral. Vagos. Buscan ejemplos puntuales para hacer la ley general y justificar su egoísmo. Piensan mal. Por ignorantes obedientes algunos, pero por mala leche otros.

Es con los segundos que pienso para adentro, apretando los dientes: andate a la concha de tu madre. 

martes, 4 de febrero de 2014

05. Es política: cosa de negros.

Siempre me resultó difícil entender mi gusto/obsesión por la Historia nacional (como utilizo la palabra “nacional” refiero a una “nación”, por lo tanto no me refiero a los uruguayos, sino a nosotros, los argentinos orientales, pues por mucho que les duela a algunos, Argentina es nuestra nación; otro día ahondaré en esto); a lo que voy, es que siempre me costó hacerle entender a otro porqué a mí me parece tan importante leer Historia nacional, regional. El motivo es claro: entender el presente. Pero esa razón es para la mayoría algo abstracto, y para aquellos a quienes las abstracciones les cuestan, les suena simplemente a una mentira. Por más que no lo es. Y los entiendo. A mí me pasa con otras cosas.
Se necesita la Historia para entender el presente. A lo mejor, un buen modo de hacerme entender sea a través de un ejemplo:
Hablando hace unos días con una señora bastante culta, de superficie progresista y tal vez esencia socialista, comentábamos sobre la situación de los negros en el Uruguay; comentábamos su situación de precariedad, las desventajas en la competencia en el libre mercado que su partido dice no defender pero tanto defiende, su marginación, comentábamos cómo los blancos se apropian de algunos rasgos destacados de su cultura (el candombe por ejemplo) y bajo ningún concepto lo intercambian por algunos valores propios de la cultura blanca (como los medios de producción, por ejemplo); difícil encontrar un patrón negro, fácil encontrar una candombera blanca. Y que se me entienda bien: lejos estoy de querer patrones y de disfrutar del candombe, sean blancos o sean negros. Lo segundo, en verdad, me da igual.
Con la señora progresista disimuladamente a favor del libre mercado conversamos un poco más, hasta que llegó el momento cumbre: “es que ya llega un momento que depende de ellos (habla de los negros); la esclavitud se abolió hace trescientos años, un poco ya tienen que superarlo”.
No, no. Para nada cierto, señora. La esclavitud se abolió por ley en 1842, durante el sitio de Montevideo, pero no se terminó de poner en efecto hasta un año después de terminada la Guerra Grande, en 1853. Y luego se siguió vendiendo esclavos a Brasil durante un tiempo largo, porque allí todavía era legal. Pero tomemos la fecha simbólica de 1853 como abolición de la esclavitud. Se van a cumplir, este año, 161 años de la abolición. No 300. 161. Esto es el tiempo que ocupan dos personas de 81 años, en tanto una nazca, viva sus ochenta y un años, y al morir nazca la otra. Es decir, hace dos personas de 81 años atrás de corrido, había personas que eran dueñas de otras personas. Y eso era legal.
Saber este detallecito a lo mejor venga a explicar alguna de las dificultades sociales, educativas, de vivienda, de poder, y de autoestima que vive la población negra. Porque no es que de 161 años a esta parte todo haya sido genial para los negros.  
Un lindo ejercicio que le propuse a la señora y que extiendo a quien esté leyendo esto, es el siguiente: ¿Habrá algún esclavista en nuestro árbol genealógico? ¿Algún negro de los que conocemos o vemos diariamente, no será descendiente de un esclavo de alguno de nuestros antepasados, apenitas 161 años atrás? Yo creo que eso debería cambiar un poco la perspectiva que les damos a las razones de la desigualdad social.

Nomás digo que vendría bien leer un poco de Historia para entender algunas cosas. Leer Historia es hacer política. Hoy.