Hace
un tiempo, en un viaje de vuelta en el 582 desde el Centro de Montevideo a
casa, tuve una revelación.
Siempre
me llamó la atención cómo podía existir el Frente Amplio. Siempre.
Me
cuestioné cuáles podrían ser las razones por las que un partido formado por
distintos partidos pudiera no solo existir sino aumentar tanto su caudal de
votantes en tan solo diez años y llegar al gobierno. Es que no lograba entender
cómo era posible que un partido con ideas tan confusas, en algunos casos
contradictorias, pudiera tener éxito electoral. Un partido que por una parte
tiene un discurso anticapitalista pero que a la vez vende una imagen de
seguridad y honestidad para fomentar las inversiones de empresas capitalistas de
países imperialistas, al mismo tiempo que mantiene un discurso antimperialista,
y que dice favorecer a los más desfavorecidos por el neoliberalismo pero que
rara vez interviene el mercado para no molestar a los más poderosos; un partido
que defiende la democracia republicana pero festeja la toma de Pando de una
guerrilla armada y la revolución cubana, un partido que exalta la figura de
José Batlle y Ordóñez a la vez que mira con simpatía a su máximo enemigo de la
época, Aparicio Saravia; un partido que defiende los derechos humanos pero pone
al mando de la policía y de las cárceles a represores de fama y se negó a relacionarse
del todo con el plebiscito para la anulación de la ley de caducidad por miedo a
perder una elección en 2009, y luego debió enmendar eso con leyes medio de a
puro; un partido, en definitiva, de
empresarios y sindicalistas, contradictorio, confuso, abarcativo. Tan
contradictorio, abarcativo y confuso, que sólo podría explicármelo si fueran
peronistas. Pero no lo son.
Es
en el viaje de ómnibus con el que empecé esto, que tuve la revelación:
Los
frentistas son Blancos.
Los
frentistas son Blancos. No del Partido Nacional. Blancos. Blancos, es decir,
Federales, Federales Argentinos, como los Blancos de Lavalleja, de Oribe.
Federales como en la Guerra Grande.
Yo
veo en los frentistas los rastros de las montoneras, de un nacionalismo no del
todo claro, de gauchaje, de pueblo, veo esa tendencia al caudillismo, los veo,
igual que a los federales, con discursos latinoamericanistas, amigos de
nociones abstractas como Federalismo, Libertad, Soberanía Nacional, pero a la
vez reacios a avances tecnológicos, al conocimiento formal, a las
universidades, a los dotores, y más
cómodos en la oposición.
Yo
creo que gran parte de los votantes del Frente Amplio tienen la misma ideología o –si la palabra queda grande-
las mismas ideas que los Blancos
federales orientales.
Estas
nociones tal vez no tengan mucha utilidad para nadie. Pero a mí verdaderamente
me sirvieron de mucho.
Llegando
a casa me vino otra idea a la mente: este histórico Frente Amplio de Blancos
Federales, cada vez se está llenando más de salvajes
unitarios.