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viernes, 11 de julio de 2014

11. Es política: Mi Patria.

Durante los últimos dos meses vi muchas banderas de Uruguay en taxis, puertas de casas, ventanas, autos particulares, entes públicos, etc. La presencia de banderas siempre me remite a la idea de patria, y eso siempre me hizo sentir raro. Mi memoria, si bien es frágil, esta vez me hizo acordar a algo que escribí hace cinco años, originalmente acá: www.levrerista.blogspot.com
Como más o menos estoy todavía de acuerdo conmigo mismo, lo cuelgo acá. Me parece que este es un mejor lugar para ese textito.


La patria no es un estado, ni siquiera una nación; puedo perfectamente ser compatriota de un hijo de carpintero catalán y no serlo de un hijo de contador del Buceo, por más que desde la escuela vengo siendo blanco de conceptos inyectables que vienen a contradecir esta idea.
Yo creo que la patria es todo aquello que nos identifica, que nos conmueve, todo aquello que consideramos cercano a nosotros en el sentimiento y, especialmente, aquellas personas a las que consideramos como “nosotros”.
Mi patria es mis amigos, mi familia, las calles de mi barrio, el ómnibus que habitualmente tomo, el almacén en donde habitualmente compro. Mi patria no tiene bandera, no tiene prensa, y en comparación con los sucesos de la historia humana, tiene pocos sucesos pasados que referir. Prácticamente carece de tradición. En cambio, sí posee rituales y costumbres que permanecen en el tiempo sin mutar por completo en tradición obsoleta: saludos, giros idiomáticos, chistes, quejas, recorridos y pequeños orgullos fraternales que no se diluyen con facilidad.
Mi patria es dinámica, cambia, como cambio yo. O tal vez cambia precisamente porque cambio yo. 
A no confundir la cuestión: en este sentido, y en ningún otro, soy un patriota orgulloso.

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